Los odias y te salvan: tan extraño
como ahogarse entre varios salvavidas.
Llegas y cicatrizan tus heridas
mientras otras distintas te hacen daño.
Por los pasillos y a través del baño
ese olor se te lanza en estampidas:
aunque las enfermeras vengan, aunque pidas
auxilio, te anestesia con un paño.
Quieres quemar las camas, desesperas
en laberintos de etimología
y en los cuartos vacíos como esferas,
imaginas los pozos, las fronteras
que no has atravesado todavía
y pronto importa poco lo que eras.
*Andrés Neuman. Sonetos del extraño. Cuadernos de vigía, 2007
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