La mujer de pie ha llegado a un lago. Las aguas oscuras le tientan. En la superficie, el miedo. Un miedo absurdo pues, en definitiva, se trata de rozar las aguas tan sólo.
Quiere aprender el no-miedo.
Ha llegado a este lago para aprender el no-miedo.
No hay lago en realidad, ni desierto. Hay tan sólo una bruma que cubre un paisaje imaginado. La ventana está abierta.
* Chantal Maillard. La mujer de pie. Galaxia Gutenberg, 2015.
* Recordando a Pepa.
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