domingo, 12 de octubre de 2014

DEMOCRACIA



Me topé con la democracia embalsamada, como
el cadáver de Lenin, oliendo a formol y aguarrás,
en un sótano de Europa. Le echaban por encima
ungüentos y colonias, le quemaban incienso
y hachís, le rezaban las obras completas de 
Rousseau, de saint-just, de Víctor Hugo, y
el cuerpo no se movía. Le gritaban la libertad,
la igualdad, y la fraternidad, y la pobre muerta
olía a cementerio, como si esperara
autopsias que no llegaban, memorandos, un ADN
que le diera familia y descendencia. Esperé
que todos saliesen de su vera, le observé
el fondo de un ojo, y vi que se movía. Le cogí
la mano, le pedí que despertara, y vi temblar
sus labios, diciendo algo. ¿ Un testamento?
¿la última verdad del mundo? "¿Qué quieres?",
le pregunté. Y ella, casi viva: "¡ Un cigarrillo !"
                                   La materia del poema                                      
                                             * Nuno Júdice                                      

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