domingo, 28 de junio de 2015
sábado, 20 de junio de 2015
jueves, 4 de junio de 2015
SIRENAS
de sí mientras persiste allá en su centro.
La nube copia en él su propia fuga
y un ancla busca ávidamente un fondo
para fijar no a un barco, sino un ritmo.
Si tensas, al mirarlo, el horizonte
y apuntas por detrás de todo límite
harás blanco en aquello que presientes.
Lo eléctrico del sol florece a ráfagas
sin permitir que nadie se lo apropie,
belleza sin porqué, vertida al viento.
Eléctrica también la plata viva
del pez que le hace un quiebro a su destino.
Y eléctrico el sedal, con el que aprendes
la intermitencia de los coletazos.
¿Éstas son las sirenas que oyó Ulises?
Qué hermoso naufragar por ellas, preso
el corazón
-mecido, en movimiento-
del deseo obsesivo
de ser más
en el mar.
* Lorenzo Oliván. Nocturno casi.
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